LARC/02/3-Rev.1 |
27ª CONFERENCIA REGIONAL DE LA FAO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE |
La Habana, Cuba, 22 al 26 de abril de 2002 |
ALIANZAS PRODUCTIVAS PARA LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Y EL DESARROLLO RURAL |
II. La evolución de los enfoques tradicionales del desarrollo rural
IV. El entorno facilitador para la construcción de alianzas productivas
1. Cada vez es más reconocido que las tendencias actuales del desarrollo se basan en las posibilidades de establecer acuerdos y consensos entre tres sectores de la sociedad: el Estado, el sector empresarial y el sector civil.
2. La convergencia entre estos tres sectores refuerza el papel de la sociedad civil en la producción del bienestar económico y social. De igual forma permite al estado orientar sus acciones en varios sentidos: promoción de formas plurales de propiedad, esquemas de regulación mediante políticas diferenciadas, creación de un ambiente propicio para la participación del sector privado, intervenciones directas y/o focalizadas de apoyo a distintos sectores de la población.
3. En el sector rural, una estrategia efectiva para lograr el desarrollo rural integral debe incorporar todos los actores sociales, es decir, campesinos, agricultura familiar, poblaciones indígenas, mujeres, agricultores comerciales, empresarios agroindustriales, inversionistas, autoridades gubernamentales locales y nacionales, etc.
4. En este contexto, la seguridad alimentaria y el desarrollo rural requieren no sólo un conjunto de políticas económicas, sino también un conjunto de condiciones sociales y políticas resultantes de los procesos de modernización económica y democratización de nuestras sociedades.
5. La estrategia para alcanzar la seguridad alimentaria y el desarrollo rural se basa por lo tanto, en asociar instituciones y concertar acciones para incrementar la capacidad productiva, promover asociaciones y coaliciones estratégicas y reforzar un entorno a través de la construcción de alianzas productivas.
6. Durante las últimas dos décadas, el desarrollo rural ha estado inmerso en un dinámico proceso de reformas económicas, cuya evolución ha seguido tres fases en los países latinoamericanos y del Caribe.
7. La primera fase, ocurrida durante los años ochenta, tuvo como principal objetivo la estabilización económica. Para ello, se llevaron a cabo importantes programas de ajuste estructural con el fin de reducir la inflación, las tasas de interés y lograr tipos de cambio competitivos.
8. En la segunda fase, ubicada a finales de los años ochenta y principios de los noventa, se siguieron procesos acelerados de liberalización comercial, privatizaciones y desregulaciones, con el fin de generar mercados eficientes y reducir los costos de transacción.
9. Una tercera fase ha tomado un tono principalmente de carácter institucional que busca atender las fallas de mercado y de cooperación entre los distintos actores sociales. En esta fase, que de hecho apenas comienza en varios países de la región, el apego al estado de derecho, el respeto de los derechos de propiedad, la rendición de cuentas y la descentralización constituyen los principales ejes sobre los que giran las acciones gubernamentales y las de otros actores de la sociedad (organizaciones económicas de productores, ONGs, organismos de participación mixta, entre otros).
10. En gran medida, por cambios estructurales y los efectos de la globalización, los patrones en la organización del sistema agroalimentario están cambiando. Los paradigmas tradicionales de competencia en los mercados están siendo reemplazados por paradigmas emergentes, donde la competitividad, velocidad de la innovación, los sistemas de coordinación y cooperación, y las capacidades juegan un papel primordial.
11. El sistema agroalimentario no ha estado ajeno a estas transformaciones. Los sistemas de información, control, calidad, gestión y logística han evolucionado, convirtiéndose en algunos casos en más rápidos, dinámicos y flexibles.
12. La agropecuaria sigue también esta tendencia donde tradicionalmente la estrategia empleada estaba orientada hacia la agroproducción mientras que el nuevo enfoque se basa en la satisfacción de los hábitos de consumo, dirigidos ahora a productos alimentarios con un mayor grado de procesamiento. La optimización de los procesos pasa de segmentos distintos a una optimización a través de sistemas integrados, mientras la producción está cada vez más configurada en redes de producción interdependientes, en contraste a productores independientes.
13. En este nuevo escenario, se plantea expandir la visión tradicional del agro que lo reduce a actividades primarias, para colocarlo en la perspectiva de una agricultura ampliada que opere en mercados abiertos. Lo anterior requiere un cambio en la relación entre el gobierno y los pobladores rurales y sus papeles en la economía rural.
14. Para lo anterior es crucial una mayor y diversificada organización económica de productores rurales vinculados con otros agentes proclives a acceder a nuevos canales de comercialización y financiamiento, aprovechar potencialidades de producto-región, y generar encadenamientos verticales y horizontales. Los rasgos del nuevo perfil del agro implican estructuras y la acción estatal con base en políticas diferenciadas de acuerdo a regiones, cultivos y tipos de productores. En resumen, la nueva agropecuaria es ampliada de servicios, e integrada, basada en políticas diferenciadas, asociativas y plenamente articuladas con la política macroeconómica.
15. Los pequeños productores se caracterizan por producir estacionalmente y son compradores y suministradores fragmentados que no logran explotar economías de escala; suelen estar dominados por economías de hogar donde las funciones como el consumo, la inversión, el trabajo y las actividades sociales son indiferenciadas, y no están especializados.
16. En el sector agrícola y de los recursos naturales, en general, los incentivos para formar vínculos no se encuentran siempre presentes sino más bien dependen de determinadas condiciones productivas previas, como el entorno y la naturaleza de los productos en cuestión y los procesos implicados en la transacción. Suponiendo que las condiciones agro-climáticas son favorables para diversificar la producción agrícola, la disponibilidad de una infraestructura física e institucional determina en gran medida las posibilidades de establecer alianzas.
17. Las transformaciones estructurales llevadas a cabo en el sector durante una primera etapa han situado a la mayoría de sus productores en una difícil situación. El vacío dejado por la ausencia de mecanismos de coordinación que sustituyeran a los existentes al inicio de las reformas supuso una elevación de los costos de transacción en términos de acceso a información, crédito o redes comerciales, entre otros. Esta situación limitó claramente el desempeño competitivo de los productores agropecuarios y forestales de la región, y arriesgó su supervivencia en unos mercados en que la competitividad se había convertido en la primera norma de participación. La constatación de estos hechos ha estimulado las iniciativas que pretenden matizar el impacto de las "fallas del mercado" por medio de la construcción de mecanismos de coordinación bajo el esquema de alianzas productivas.
Principales elementos y características para la construcción de alianzas productivas
18. El término "alianzas productivas" puede ser aplicado a una gran variedad de situaciones y dimensiones, desde intercambios informales, compartir información y recursos, hasta conformar nuevas entidades. Es importante considerar las alianzas productivas como un proceso en vez de un resultado, dada la naturaleza dinámica y cambiante de las relaciones de intercambio, de los objetivos, de las metas, y de las expectativas entre las partes.
19. Las alianzas permiten compartir visiones, capacidades y habilidades de modo de aprovechar las sinergias de la interacción y complementariedad de las fortalezas y debilidades de las organizaciones en diversos sectores. En este sentido y en forma más precisa, las alianzas productivas al producir bienes y servicios públicos y privados representan no sólo un deseo de buenas intenciones sino que son un componente decisivo en la arquitectura institucional para resolver las fallas del mercado y conseguir un desarrollo rural equitativo y balanceado.
20. Del mismo modo, las alianzas productivas involucran a diferentes actores en los procesos productivos, quienes, en forma voluntaria, deciden vincularse para intercambiar recursos, generando compromisos en la consecución de un objetivo común y cuya principal virtud es agregar valor.
21. De esta forma es posible visualizar alianzas productivas como vínculos inter-organizacionales en los sectores agrícolas y rurales, especialmente en los agronegocios. Cada vez más grupos de pequeños productores en América Latina se articulan con sectores agroindustriales y agrocomerciales a través de arreglos formales e informales, donde se involucran los sectores gubernamental, empresarial y civil.
22. Otra forma de plantear las alianzas productivas en términos geográficos o de cadenas productivas son los llamados conglomerados o "clusters". La concentración de un grupo de pequeños productores o pequeños empresarios agroindustriales, que intervienen en diferentes eslabones de la cadena productiva, puede obtener buenos resultados en un proceso de división del trabajo y de especialización.
Una aproximación tipológica de alianzas productivas
23. En general, las alianzas ocurren cuando las partes tienen un objetivo estratégico común, es decir, cuando existe una intencionalidad específica para el beneficio mutuo. En la agricultura estos vínculos ocurren entre etapas sucesivas de la cadena de suministro de insumos, producción, elaboración y comercialización, denominados vínculos verticales. Sin embargo, hay vínculos horizontales, como acuerdos o fusiones entre empresas del mismo nivel de la cadena o la formación de asociaciones de productores, que pueden influir en los vínculos verticales cambiando la influencia y el poder de negociación de las partes. Muchas dificultades para la formación de vínculos verticales eficaces pueden explicarse por la falta de objetivos y estructuras empresariales compatibles entre los pequeños productores, por una parte, y los operadores del mercado, por la otra.
24. Es posible vislumbrar que la cooperación entre organizaciones puede tener muchas otras formas e involucrar pocos o varios actores, y también distintos temas. La naturaleza de las actividades puede ser tipificada por el grado de diversidad de los actores y/o por el grado de especificidad de las actividades. Así, se pueden clasificar en simples las alianzas formadas por no más de 2 o 3 actores y complejas, las integradas por múltiples actores. Por otro lado, están las alianzas productivas monotemáticas, constituidas alrededor de un único tema, y multitemáticas, que involucran diferentes temas (Véase Cuadro 1).
Cuadro N° 1
Ejemplo de alianzas productivas en América Latina
Tipos |
Alianzas productivas simples |
Alianzas productivas complejas |
Alianzas productivas monotemáticas |
Alianza para el apoyo a las exportaciones de los productores soyeros de Santa Cruz (Bolivia) creada por la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (ANAPO) y la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (CAMEX). |
Alianza para la erradicación de la fiebre aftosa en el Estado de Sao Paulo (Brasil) entre ganaderos, frigoríficos, fabricantes de productos veterinarios, y autoridades gubernamentales. |
Alianzas productivas multitemáticas |
Alianza para la cooperación en la negociación de diferentes temas de interés común con las autoridades gubernamentales entre la Asociación de Empresarios Agrarios (AEA) y la Sociedad de Comercio Exterior (CONMEX) en Perú. |
Alianza para la resolución de conflictos y el estímulo de iniciativas en la agricultura de Ceará (Brasil) formada por autoridades gubernamentales locales, organizaciones de agroindustriales, y organizaciones y cooperativas de productores. |
25. El proceso de construcción de una alianza productiva puede ser caracterizado en cuatro fases, a saber: (i) motivación: los actores fijan sus necesidades de cooperación, diseñan una estrategia y seleccionan sus potenciales contrapartes; (ii) creación: se establecen los mecanismos de intercambio de los atributos entre las partes, en base a criterios de transparencia, credibilidad y flexibilidad; (iii) maduración: se centra en el proceso de monitoreo de los intercambios y en la extracción de utilidades; su éxito depende de la claridad con que anteriormente se hayan establecido los derechos y las obligaciones entre las partes; y (iv) disolución: se da una vez logrados los objetivos propuestos o cuando los mecanismos establecidos se revelan disfuncionales y, por ende, los objetivos de la alianza no son alcanzados.
26. Para enfrentar los desafíos de la globalización y los cambios estructurales, existe una clara tendencia al uso de esquemas de vinculación entre productores y agroempresas, lo que necesariamente está influyendo en la evolución de las cadenas agroalimentarias e induciendo una mayor coordinación vertical. Actualmente, la competencia es la principal condición para la participación en los mercados, lo que ha profundizado las diferencias entre agentes productivos con capacidad para competir y los que carecen de condiciones para hacerlo, debido a los elevados costos. Entre las múltiples formas de vinculación que se han identificado destacan los contratos, las asociaciones, los servicios financieros no formales y los esquemas de apoyo entre los propios productores. Incluso se están configurando formas novedosas de negocios a través de esquemas tradicionales como las cooperativas. Estas formas de vinculación pueden ser vistas como un punto intermedio en los mecanismos de coordinación del mercado. A este tipo de vinculaciones es lo que llamamos alianzas productivas.
27. Una modalidad particular de las alianzas productivas es la agricultura de contrato. Esta puede ser definida como acuerdos entre productores y empresas (agroindustrias, agronegocios, etc.) como también entre productores que especifican condiciones de producción y/o de comercialización de un determinado producto. En este sentido, la agricultura de contrato no es sólo la producción de materia prima sino relaciones de integración hacia atrás, en los aspectos productivos y distribución de insumos, así como hacia adelante en lo que concierne la industrialización y la comercialización. La forma y los términos de los contratos pueden variar dependiendo del producto, productores, empresas y agronegocios. En el nivel más simple, una empresa ofrece a los productores un contrato antes de la siembra para asegurar parte o la totalidad de la futura cosecha, fijándose a menudo los precios de antemano. A niveles más avanzados, las empresas pueden proveer insumos, preparar la tierra, proporcionar servicios de extensión, embalaje y transporte. En casos extremos, la empresa puede llegar a absorber tales responsabilidades y el productor pasa a ser un trabajador de su propia tierra.
28. Estos contratos representan, en distinta medida, oportunidades y riesgos para ambas partes. Entre las razones identificadas para que los productores opten por esta vinculación se pueden mencionar las siguientes: estabilidad de los ingresos; seguridad del mercado; crédito y financiamiento; y acceso a insumos y servicios técnicos. En cuanto a las empresas, la relación contractual les permite intervenir en el proceso de producción y ejercer control sobre dicho proceso, reduciendo los costos de producción y de transacción; acceso a productos a precios más bajos; control del suministro de insumos; respuesta oportuna a las demandas del mercado; y diversificación de sus operaciones comerciales. Entre los riegos para el productor destaca la variabilidad de los ingresos por el excesivo riesgo del mercado y/o la rebaja por la empresa del grado de calidad de la producción. La empresa enfrenta el riesgo de una desigual calidad del producto; cierto grado de dependencia de los productores; y el peligro de que ante fluctuaciones en los precios los socios no cumplan sus compromisos y vendan al mejor postor. Las vinculaciones funcionan bien cuando, a pesar de estos riesgos, se crean relaciones de confianza, lealtad y credibilidad entre los productores y la empresa (Véase Recuadro 1).
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29. Otra de las formas de vinculación entre los productores y los agronegocios surge a partir del cambio en las condiciones de mediación financiera rural entre los pequeños productores y empresarios rurales y el sistema bancario formal. La dispersión de los clientes y los pequeños volúmenes de los préstamos condicionan altos costos financieros de transacción, tanto para los prestatarios como para la banca. A lo anterior se suma la percepción de que las operaciones con pequeños clientes rurales implican mayores riesgos, lo que ha limitado la utilización de los canales financieros formales. Esta situación ha dado lugar a la aparición fuentes alternativas de crédito no formales, tales como el financiamiento por medio de los agentes proveedores de insumos; de compradores del producto agrícola; autofinanciamiento con recursos de las cosechas de los propios productores; las asociaciones de ahorro y crédito; financiamiento a nivel comunitario (cajas de ahorro); y los prestamistas rurales tradicionales (Véase Recuadro 2).
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30. El ingrediente fundamental para que tengan éxito vinculaciones de esta naturaleza es la confianza mutua entre las partes. Uno de los principales problemas que han limitado su funcionamiento es que los productores no pagan. Ahí surge uno de los principales vacíos que atenta contra estos esquemas financieros y contra otras formas de asociación productiva, esto es, la falta de mecanismos para dirimir controversias, que no necesariamente tienen por qué ser judiciales sino que podrían ser instancias de mediación o arbitraje.
31. En los casos en que no se puedan establecer fácilmente vinculaciones, se puede alentar a los productores a ayudarse a sí mismos diversificando su producción y organizándose para la adquisición de insumos, servicios financieros y comercialización de sus productos. Los organismos de desarrollo están promoviendo métodos de autoayuda que implican niveles de tecnología sencillos y recursos financieros externos. Estos métodos no sustituyen las agroindustrias o agroempresas, pero apoyan funciones menos especializadas, como la elaboración primaria, el transporte local y el almacenamiento de insumos y productos durante plazos cortos.
32. Cuando no se dispone de proveedores locales y no existen esquemas de agricultura de contrato o mecanismos análogos para la provisión de insumos, los productores pueden encontrar ventajas en organizarse en grupos para la obtención de insumos. Para tal efecto se podría formar un grupo especial para coordinar los pedidos o hacer compras conjuntas para reducir costos, también podrían crearse grupos permanentes que podrían administrar los fondos de ahorro de los productores organizados (Veáse Recuadro 3).
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33. Cuando no hay posibilidades de establecer vínculos para la comercialización, los productores tendrán que identificar a los compradores, organizando la entrega de sus productos al mercado, a compradores individuales de forma directa, o haciendo que los interesados visiten sus campos de producción, o lugares de recolección o acopio. En este caso, los productores necesitarán identificar a sus posibles clientes, conocer los precios del mercado, y los términos y condiciones de compra. Si se ha formado una jerarquía de grupos y asociaciones de productores a un nivel de mayor organización, como una cooperativa, se podría actuar como una organización profesional prestadora de servicios de extensión, recolección, difusión de información de mercado y capacitación para comercialización.
34. En el tema de la comercialización, los productores se encuentran en franca desventaja con respecto a las empresas dedicadas a los agronegocios con las cuales buscan vincularse. Particularmente, porque carecen de conocimientos sobre los precios del mercado, volúmenes, calidades, canales alternativos de comercialización y otras características que rigen las transacciones del mercado. Una de las formas para facilitar la interacción entre los productores y las agroempresas es lograr mejorar los sistemas de información. Asimismo, los gobiernos y los organismos donantes nacionales o internacionales pueden mejorar, a través de proyectos o programas, el flujo de comunicación y la calidad de la información para los productores. Este es un espacio en el cual la cooperación internacional puede intervenir para contribuir a la transparencia y facilitar las transacciones de los pequeños productores. A su vez, los gobiernos pueden patrocinar ejercicios de adaptación al mercado, es decir, reuniones o talleres con promotores rurales en los que participen productores y agroempresas, lo que contribuiría a mejorar el conocimiento recíproco de sus limitaciones y necesidades, así como fomentar la concreción de acuerdos empresariales (Véase Recuadro 4).
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35. Las cooperativas son una modalidad de vinculación entre los propios productores. En las últimas décadas se han multiplicado en la Región organizaciones cooperativas de crédito, producción, exportación, capacitación, venta de servicios, sistemas colectivos y comercialización -local y a gran escala, así como para la adquisición de insumos, maquinaria y equipo. Su permanencia, muestra, sin lugar a dudas, la existencia de un sector económico organizado que puede dar respuestas innovadoras para enfrentar los desafíos del sector rural. Los servicios gubernamentales, organismos donantes y ONGs pueden ayudar a identificar "cooperativas embrionarias" ya existentes de productores, y apoyarlas para desarrollar su organización. La finalidad debe ser ayudar a los grupos a definir sus objetivos -la movilización del ahorro u operaciones poscosecha específicas- a fin de garantizar la coherencia y continuidad del grupo, y ayudarlos a establecer estructuras y una organización grupal. En el transcurso del tiempo, tales grupos pueden lograr una mayor madurez organizativa que les permita obtener economías de escala, emprender sus propias actividades empresariales y conseguir acceso a créditos oficiales. Los servicios de extensión gubernamentales y el personal de las ONGs podrían actuar como facilitadores de grupos. El apoyo a las organizaciones de productores es quizás el principal aporte que los gobiernos y los organismos internacionales pueden hacer para promover la integración de los pequeños productores con las agroempresas.
36. Uno de los factores críticos para el funcionamiento eficiente de los sistemas de mercado se refiere al entorno propicio, o sea, el conjunto de reglas, procedimientos de cumplimiento y normas del comportamiento. A diferencia de las organizaciones, las instituciones proporcionan el marco dentro del cual los actores interactúan, estableciendo lazos de cooperación y competencia lo que constituye una sociedad y, más específicamente, un orden económico.
37. En general, esto implica la existencia de legislación, normas y reglamentos apropiados y la aplicación del ordenamiento jurídico. En particular, significa que se protejan la propiedad y los contratos privados y que exista un poder judicial que haga cumplir los contratos sin parcialidad y sin demoras excesivas. Sin embargo, en los casos en que se encuentren implicados muchos pequeños productores individuales, es posible que la acción judicial no sea práctica o políticamente oportuna para la gestión de conflictos y controversias, por lo que podrían existir instancias intermedias formales o informales de solución de controversias.
38. Durante los últimos años ha sido cada vez más evidente que el desarrollo agropecuario y rural se ha visto obstaculizado por múltiples vacíos institucionales. Por un lado, se trata de deficiencias en las instituciones públicas. Pero más importante aún son las fallas en las instituciones sociales que forman los pilares de una economía de mercado, como son los derechos de propiedad o la libertad de contrato y de asociación. El reto para la política pública, entonces, es proveer un ambiente donde la actividad económica rural se pueda desarrollar, reforzando en el proceso la movilización de grupos sociales, aportando así a la creación del capital social. Los gobiernos pueden apoyar instituciones, como un árbitro independiente, o un servicio de referencia de los pequeños productores que certifiquen la buena fe de los prestatarios o productores agrícolas (Véase Recuadro 5).
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39. Un factor importante para fortalecer el entorno para la construcción de alianzas productivas es la seguridad de la tenencia de la tierra, toda vez que la regularización de los derechos de propiedad es considerada como fundamental para el desarrollo de las actuales reformas agrarias en la región. A la luz de las reformas estructurales, la reforma agraria en algunos países de la región se ha materializado a través de programas de distribución de tierras vía mercado, dejando atrás las políticas de distribución gratuita de tierras utilizadas hasta la década de 1980. A partir de 1993, en Centroamérica se han promovido diversos programas para atender la demanda de tierras, como por ejemplo en El Salvador (Banco de Tierras, para atender a la gente afectada por la guerra civil), Guatemala (Fondo de Tierras) y Honduras (PACTA) (Véase Recuadro 6).
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40. Por lo tanto, frente a los mercados cada vez más complejos y la hetereogenidad del mundo rural, la institucionalidad juega un papel fundamental en la promoción y el fortalecimiento de las alianzas productivas en el sector agropecuario, forestal y pesquero. Solo así será posible asegurar una verdadera seguridad alimentaria y un desarrollo rural sostenible. La promoción de alianzas productivas para la seguridad alimentaria y el desarrollo rural es una estrategia nueva que se empieza a construir. Diferentes arreglos de alianzas productivas entre sectores de la economía aumentan la eficiencia de los esfuerzos de desarrollo y expanden enormemente la capacidad de las comunidades para iniciar y mantener sus propios esfuerzos de desarrollo.
41. El desarrollo de alianzas productivas es un proceso de mediano y largo plazo que permite la construcción de compromisos y colaboración necesaria, muchas veces requerida por los actores del sector rural ya que a través de las diferentes modalidades de alianzas se puede promover el incremento a la movilización y acceso a recursos, propiciar la construcción de capacidades mutuas entre las partes, y formar una base de soluciones innovadoras para acceder a resultados que aisladamente serían difíciles de lograr.
42. Basándose en las consideraciones señaladas y teniendo en cuenta que la visión del desarrollo rural ha ido evolucionando hacia una mayor interrelación de la agropecuaria y los recursos naturales donde los actores productivos desempeñan un papel activo en el cambio, se plantean las recomendaciones que se indican a continuación.
43. Elaborar y preparar estrategias específicas dirigidas a la construcción de alianzas productivas que involucren los tres sectores básicos de la sociedad: estatal, empresarial y organizaciones civiles, aprovechando las sinergias intersectoriales.
44. Identificar e incentivar la creación de espacios territoriales específicos promoviendo vínculos intra e interregionales para la promoción de alianzas productivas, con el apoyo de los gobiernos locales y nacionales a través de:
45. Promover e incentivar el establecimiento de vínculos entre agentes productivos con el apoyo de organizaciones de carácter empresarial, centros de investigación, universidades nacionales e internacionales relacionadas con los agronegocios, para lo cual es necesario:
46. Impulsar oportunidades de negocios e inversiones entre los pequeños productores y las agroempresas para mejorar los niveles de competitividad, a través de la promoción de foros y ruedas de negocios, así como incentivar el establecimiento de centros de gestión empresarial entre asociaciones de pequeños productores y/o agroempresas, orientados particularmente a la capacitación y al desarrollo de capacidades negociadoras de los propios agentes productivos.
47. Apoyar el surgimiento de mecanismos para la armonización de intereses y solución de controversias entre los potenciales involucrados en la realización de alianzas productivas.
48. La estrategia para alcanzar la seguridad alimentaria y el desarrollo rural a través del fomento de alianzas productivas se debe fundamentar en las experiencias exitosas y buenas prácticas alcanzadas en la región.
49. En base a la información y experiencias vertidas en este documento, es recomendable considerar a la FAO como entidad de apoyo permanente en la definición de políticas y generación de proyectos que fomenten la construcción de alianzas productivas para alcanzar la seguridad alimentaria y el desarrollo rural.